lunes, 23 de marzo de 2015

UN GESTO DE BONDAD




Un día hace muchos inviernos, planeamos un viaje a Chihuahua para pasar la navidad con unos familiares, teníamos una panel (camioneta) que nomás tenía los asientos de adelante, en la parte de atrás acomodamos las maletas y la hielera con comida, y en medio de los asientos pusimos dos llantas de refacción, así que todo lo demás era una cama enorme para mis hijos, En ése entonces no teníamos la educación de asegurar a nuestros hijos con el cinturón de seguridad.
Salimos a nuestro viaje, pasamos por la rumorosa, cruzamos la primera sierra  de Imuris a Cananea y llegamos a Agua Prieta Sonora como a las 4 de la tarde, había nevado la noche anterior y estaba cayendo aguanieve, hacía un frio de la patada, la camioneta no tenía calefacción, mis hijos bien abrigaditos parecían esquimales con chamarras de capuchón, nomás se les veían sus ojitos.
Llegamos a la estación de gasolina y mientras esperábamos a que nos atendieran, platicaba con mi esposo si era mejor llegar al hotel y seguir por la mañana, en eso estábamos cuando miré a un muchacho como de 16 años que llevaba algo en la mano, estaba temblando porque no traía chamarra, sólo una camiseta, se acercaba a los demás automóviles y todos le decían que no, yo pensé que estaba vendiendo algo, se acercó a nosotros y nos tocó la ventana, la abrí y nos dijo que a su camioncito se le había roto la banda , que allá arriba en la sierra que va para Chihuahua estaba su papá esperándolo y necesitaba que alguien lo llevara
Me dio mucha ternura, porque temblaba de la cabeza a los pies,  sin pensarlo dos veces le abrí la puerta para que se subiera y se sentó en las llantas de refacción.
Mi esposo me miró un poco serio, pero respetó la decisión que yo había tomado.
Emprendimos el viaje y conforme íbamos avanzando me entraron unos pensamientos negros, me empecé a asustar, (que tal si trae un cuchillo o allá arriba en la sierra están esperando otros delincuentes).
Estaba aterrada ¡Dios mío que hice! No lo podía creer.
Avanzamos como 20 minutos,  le pregunté si faltaba mucho y dijo que estaba un poco más arriba
Fueron los minutos más eternos de mi vida, ya para ese momento quería bajarlo a patadas, mi intranquilidad estaba hasta el tope (seguro nos van a matar, pensé).
El muchacho le platicó a mi esposo que venían de puerto peñasco y que traían pescado en su camioncito ( con razón no traía chamarra puesto que venían de un lugar cálido)
Cuando llegamos ¡por fin! a donde estaba el camión, bajó su papá muy sonriente, yo miraba para todos lados temiendo que salieran los demás pelafustanes para robarnos y matarnos.
Se bajó el muchacho, nos dijo adiós y muchas gracias.
 Respiré con alivio cuando mi marido dió marcha a la panel.
No habíamos avanzado ni 30 minutos, cuando escuchamos un ruido extraño abajo de la panel, algo le había pasado, nos orillamos y ya no quería caminar, nos quedamos helados.
¡Y ahora! que vamos a hacer, empezaba más fuerte la tormenta de aguanieve, no podíamos quedarnos a pasar la noche y no pasaba ni un alma por esa carretera, yo creo que los lugareños saben que no deben pasar la sierra con ese clima tan feo.
Estábamos preocupadísimos, cuando pasó el camioncito con el muchacho y su papá.
Los miré pasar y dije tristemente – no nos vieron-
 Pero de pronto vi que se encendieron sus luces traseras.
¡Habían frenado y venían en reversa!
-¡Que pasó!- nos dijo el señor desde su camioncito, le explicamos la situación y se bajó con su caja de herramientas en la mano.
Se metió debajo de la panel y cuando salió un rato después nos dijo
-La cruceta se quebró, le hice lo que pude para que se regresen muy despacito y mañana la lleven a un taller-
Nos despedimos deseándonos buen viaje y así pudimos bajar hasta Agua Prieta, donde llegamos a un hotel y dormimos a salvo y calientitos.
Dice un dicho que arrieros somos y en el camino andamos
(Pero creo que no lo volvería a hacer, bueno, no lo sé)

HASTA LA PRÓXIMA

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