martes, 17 de marzo de 2015

LAS ARRIERAS




Era verano y fuimos a visitar a mis padres, que vivían en un rancho muy bonito de Jalisco. Ahí vivían muchos de nuestros familiares, porque somos una familia muy numerosa, las calles se llaman como mis bisabuelos, y abuelos. Que fueron los que fundaron el rancho, en época de la revolución.
La casa de mis padres, se encontraba al final de la calle de la entrada, al pie del cerro. Era de dos pisos, desde la amplia terraza, se miraba todo el rancho. Con su escuelita enfrente , lleno de árboles: de tamarindos, mangos aguacates, plátanos, arrayanes, nances, parotas  y sus grandísimas  higueras cimarronas,que estaban cerca del ojo de agua,  llenando eternamente la tarjea (piletas largas), donde la gente del rancho, lavaba la ropa y también llegaban los animales a tomar agua.
Total, que un día, estábamos  platicando mi papá y yo en el corredor de la casa, que estaba repleto de helechos y colomos. Y en la parte de enfrente tenía unos árboles de naranjos, arrayanes y un árbol de olivo muy frondoso, que no daba nada, porque no era el clima apropiado para él, pero mi papá se había traído un brote desde Baja California y lo sembró muchos años atrás.
Ya era tarde, como las 11 de la noche, era una noche hermosa y cálida, mis hijos alegres correteando, queriendo atrapar luciérnagas. Mi papá platicando sus historias y yo oyéndolas con mucho interés, porque él tenía la virtud de platicarlas muy amenas y divertidas. Estaba mirando el olivo que estaba a mi lado izquierdo, cuando de pronto, empecé a ver qué temblaba ligeramente como si tuviera frío, y al cabo de unos minutos empezaron a caer muchas hojitas
-¡Hey! que le pasa al olivo- le pregunté
Mi papá se levantó de prisa, corrió a tomar una de sus linternas, que tenía en una mesita del corredor y dijo
-¡Ahorita vengo voy por el veneno, son arrieras!-
-¡Que es eso!- le pregunté acercándome al árbol
-¡Hormigas arrieras!- Me contestó a lo lejos.
Subí la vista, y en todo el árbol había hormigas, que se dedicaban a cortar las hojas y dejarlas caer, me agaché y vi muchísimas más, parecían tractorcitos recogiendo las hojas del suelo, se iban en fila como de 8 cm. de ancho. Parecían guerreras, con una banderita verde cada una, ondeándolas para los lados.
Me fui siguiendo la fila, salían de la casa y como a la mitad de la calle, curiosamente, dejaban las hojas y se regresaban inmediatamente,  ahí llegaban otras a recogerlas y se las llevaban, quien sabe a dónde,
 Volteé y vi a mi papá echando un polvo blanco al pie del árbol
Le grite furiosa,-¡No las mates!
Mi papa sonrió y me dijo
-Hija, no las voy a matar todas, solamente es para que no sigan destruyendo el árbol, tú no sabes, pero en una noche se lo acaban,  amanecen las puras ramas –
¡Cómo! Dije con sorpresa, nunca imaginé algo así
Regresé a sentarme en el corredor, y reflexionando  en esa maravilla de la naturaleza, que se supone no tienen “inteligencia” como nosotros los “humanos”.  Son tan coordinadas ,cada una tiene una tarea específica, para llegar a un fin.
"LLEVAR BIENESTAR A SU COMUNIDAD"
Y pensé, que si los humanos tuviéramos esa “inteligencia”, de esos seres tan pequeñitos, todo sería distinto,  desde tu ámbito familiar, comunidad o de países
No como las guerras entre naciones, que mandan a sus soldados, a esas  batallas tan crueles y sin sentido, Que no vale la pena todos los que mueren y que no regresarán con sus familias.
Y los que regresan no traen nada bueno a casa.
Ojalá algún día, aprendamos de esas hormigas arrieras y el mundo será diferente.


HASTA LA PRÓXIMA

LA PATRUZKI

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