Era verano y fuimos a visitar a
mis padres, que vivían en un rancho muy bonito de Jalisco. Ahí vivían muchos de
nuestros familiares, porque somos una familia muy numerosa, las calles se
llaman como mis bisabuelos, y abuelos. Que fueron los que fundaron el rancho, en
época de la revolución.
La casa de mis padres, se
encontraba al final de la calle de la entrada, al pie del cerro. Era de dos
pisos, desde la amplia terraza, se miraba todo el rancho. Con su escuelita
enfrente , lleno de árboles: de tamarindos, mangos aguacates, plátanos,
arrayanes, nances, parotas y sus
grandísimas higueras cimarronas,que
estaban cerca del ojo de agua, llenando
eternamente la tarjea (piletas largas), donde la gente del rancho, lavaba la
ropa y también llegaban los animales a tomar agua.
Total, que un día, estábamos platicando mi papá y yo en el corredor de la casa, que
estaba repleto de helechos y colomos. Y en la parte de enfrente tenía unos árboles
de naranjos, arrayanes y un árbol de olivo muy frondoso, que no daba nada,
porque no era el clima apropiado para él, pero mi papá se había traído un brote
desde Baja California y lo sembró muchos años atrás.
Ya era tarde, como las 11 de la
noche, era una noche hermosa y cálida, mis hijos alegres correteando, queriendo
atrapar luciérnagas. Mi papá platicando sus historias y yo oyéndolas con mucho
interés, porque él tenía la virtud de platicarlas muy amenas y divertidas. Estaba mirando el olivo que estaba a mi lado
izquierdo, cuando de pronto, empecé a ver qué temblaba ligeramente como si
tuviera frío, y al cabo de unos minutos empezaron a caer muchas hojitas
-¡Hey! que le pasa al olivo- le
pregunté
Mi papá se levantó de prisa,
corrió a tomar una de sus linternas, que tenía en una mesita del corredor y dijo
-¡Ahorita vengo voy por el
veneno, son arrieras!-
-¡Que es eso!- le pregunté
acercándome al árbol
-¡Hormigas arrieras!- Me contestó a
lo lejos.
Subí la vista, y en todo el árbol
había hormigas, que se dedicaban a cortar las hojas y dejarlas caer, me agaché y
vi muchísimas más, parecían tractorcitos recogiendo las hojas del suelo, se iban
en fila como de 8 cm. de ancho. Parecían guerreras, con una banderita verde
cada una, ondeándolas para los lados.
Me fui siguiendo la fila, salían de la casa y como a la mitad de la calle, curiosamente, dejaban las hojas y se regresaban inmediatamente, ahí llegaban otras a recogerlas y se las llevaban, quien sabe a dónde,
Me fui siguiendo la fila, salían de la casa y como a la mitad de la calle, curiosamente, dejaban las hojas y se regresaban inmediatamente, ahí llegaban otras a recogerlas y se las llevaban, quien sabe a dónde,
Volteé y vi a mi papá echando un polvo blanco
al pie del árbol
Le grite furiosa,-¡No las mates!
Mi papa sonrió y me dijo
-Hija, no las voy a matar todas,
solamente es para que no sigan destruyendo el árbol, tú no sabes, pero en una
noche se lo acaban, amanecen las puras
ramas –
¡Cómo! Dije con sorpresa, nunca
imaginé algo así
Regresé a sentarme en el corredor,
y reflexionando en esa maravilla de la
naturaleza, que se supone no tienen “inteligencia” como
nosotros los “humanos”. Son tan
coordinadas ,cada una tiene una tarea específica,
para llegar a un fin.
"LLEVAR BIENESTAR A SU COMUNIDAD"
Y pensé, que si los humanos
tuviéramos esa “inteligencia”, de esos seres tan pequeñitos, todo sería distinto, desde tu ámbito familiar, comunidad o de países
No como las guerras entre
naciones, que mandan a sus soldados, a esas batallas tan crueles y sin sentido, Que no
vale la pena todos los que mueren y que no regresarán con sus familias.
Y los que regresan no traen nada
bueno a casa.
Ojalá algún día, aprendamos de
esas hormigas arrieras y el mundo será diferente.
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