23 de abril del 2015
Son las tres de la mañana, estoy en
un cuarto de hospital, a media luz, sentada en un sillón. Observándote en éstos
pocos minutos de paz, en silencio. Solo se oye el sonido muy peculiar, de todos
los aparatos a la que estás conectada, tubos por todos lados y el suero para
los medicamentos.
Te han operado del corazón y
todos tus hijos estamos tristes y asustados, ¿Qué es lo que pasará? No sabemos
si saldrás adelante con todo esto, los médicos nos dicen que puede haber
complicaciones, pero sé que eres fuerte y una gran luchadora.
Tuviste diez hijos, que sacaste
adelante, a brazo partido junto con mi padre que en paz descanse. Porque no
pudimos hacer nada, cuando su corazón falló, fue un golpe demasiado fuerte para
todos, no lo esperábamos , pensábamos que siempre estaría con nosotros.
Me acuerdo cuando estaba pequeña,
que me escondía en las cajas de telas, que estaban en un rincón de tu recámara. Y
te miraba coser todo el día, para poder darnos de comer a todos tus "tragones"
hijos, darle pecho al más pequeño, y esperando al siguiente chamaco. Tanto
trabajo para que fuéramos a la escuela y llegáramos a ser profesionistas, para
no sufrir hambres como tú y mi papá.
Ya han pasado varios días de tu operación y
han sido terribles. He tenido que agarrarte de las manos todas las noches para
que no sigas trabajando, porque en tu delirio, todavía estás en la máquina cosiendo,
haciendo bastillas a mano y deshilando no sé qué. No lo puedo creer, pero por
más que te las detengo sigues y sigues, te murmuro al oído – mamá, ya no
trabajes tanto por favor- y tú me contestas somnolienta, -tengo que terminar el
vestido porque van a venir por el, tu hermana va a venir a ayudarme-.Te veo
cansada y sudorosa de tanto esfuerzo y no puedo hacer nada. Recordando toda tu
vida en la máquina, día y noche.
Mi papá y tú, nunca fueron muy
efusivos y cariñosos con nosotros, porque se dedicaron a trabajar sin descanso. Tuviste
tus aciertos y desaciertos, nadie es perfecto, pero muchas gracias por todo lo
que nos diste, tal vez algunos de mis hermanos te juzguen, pero, yo solo sé,
que eres una gran persona, una gran mamá y una gran guerrera.
Espero que salgas adelante, y que Dios permita que
leas mi carta cuando lleguemos a casa.
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HASTA LA PRÓXIMA
LA PATRUZKI
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