Hoy caminaré por la acera de
enfrente …
Pues no tengo cara, para corresponder al saludo de los vecinos que diariamente me brindan su sonrisa amable. Además, no me siento con ganas de llegar por mi chocolate favorito , ni tampoco quiero leer los encabezados del periódico, en la tiendita de la esquina. Hoy no quiero encontrarme, con la pareja que felizmente pasea a su niño en su carriola, ni quiero escuchar los gritos de los chamacos, al juguetear por la banqueta cuando sus papás los llevan a la escuela.
Pues no tengo cara, para corresponder al saludo de los vecinos que diariamente me brindan su sonrisa amable. Además, no me siento con ganas de llegar por mi chocolate favorito , ni tampoco quiero leer los encabezados del periódico, en la tiendita de la esquina. Hoy no quiero encontrarme, con la pareja que felizmente pasea a su niño en su carriola, ni quiero escuchar los gritos de los chamacos, al juguetear por la banqueta cuando sus papás los llevan a la escuela.
Es más, ¡no quiero ni saludarme yo misma en un
ventanal!
Todo esto pensé, al salir de mi
casa a hacer mi caminata diaria, sin embargo, el primer saludo de un anciano me
sacó del pecho un suspiro de aliento. Después, no aguanté las ganas de darle
unas monedas a un niño desamparado. Y más adelante, me encontré a aquella señora,
con su sonrisa de todos los días, que al verla a sus años, jamás negó a persona
alguna su amable saludo.
Con esto tuve para desistir de mi pensar, y di marcha firme por mi recorrido acostumbrado, dejando atrás mi intención, de caminar por la acera de enfrente.
Con esto tuve para desistir de mi pensar, y di marcha firme por mi recorrido acostumbrado, dejando atrás mi intención, de caminar por la acera de enfrente.
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HASTA LA PROXIMA.
LA PATRUZKI
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