Cada semana, como cosa rutinaria e
inevitable, tengo que acudir a la compra de los víveres al mercado. Afortunadamente, en la localidad tenemos un buen número de ellos, unos chicos, otros
grandes, unos caros, otros también, unos limpios y los otros no tanto. En fin,
es parte de nuestro comercio local. Puedo encontrar productos frescos: unos, por
su reciente llegada de los campos y ,otros, por el poco tiempo que tienen descongelándose.
Pero ni modo, que podemos esperar, si para
producir en nuestro país parece un pecado, la situación está cada vez más
difícil. Bueno, no es ése el caso del escrito, sino el de mis idas semanales al mercado.
Pues el otro día, agarré mi lista
del mercado y salí con la mejor de las intenciones de hacerlo en corto tiempo, sin incidentes como
suelen suceder. Para empezar, llegué buscando un estacionamiento lo más cercano
posible a la salida del mercado, no porque no me guste caminar y aprovechar
hacer un poco de ejercicio, sino porque el estacionamiento de los mercados
(algunos), regularmente cumplen con las normas municipales de tener
un bache cada metro de distancia, de tamaños y formas variadas. Pero ¡al fin! si logré
mi cometido. El paso siguiente es agarrar un
carrito, que por lo general, son acomodados por los acomedidos de los
mercados, en formas de trenecitos, y lo hacen de una manera, que casi los sueldan
unos de otros. Y cuando uno llega rápidamente, para regresar a la casa en el
menor tiempo, (pues los frijoles quedaron en la lumbre), casi se descuadra uno al
tratar de halar un carrito, y parece broma pero nadie se acomide a ayudar. Hasta parece ser que en su mente dicen: "¡ándele por ojete, porque casi no nos dan
propina!", en fin, después de varios jalones, se logra separar un carrito y para mi mala suerte, tiene las llantas todas bailarinas. Lo empuja
uno para avanzar por el pasillo y parece caballo playero, agarra para donde se
le antoja o de repente se frena bruscamente, y que con el impulso que llevamos,
por poco y nos subimos con la inercia. Al poco rato logramos domar al carrito, así que ponemos la verdura en una esquina, las latas en otra, las
carnes con una bolsa adicional para que no escurran, los detergentes y
productos de limpieza en la parte de abajo y seguimos. Me encuentro a la comadre
entre los pasillos, y platicando, me llama la atención, su mirada hacia la parte
baja de mi carrito. Y me dice con voz
baja, -comadre, traes un desmadre tirando todo el jabón de polvo y algun líquido-. Pues resulta que se agujeró
la bolsa y parece ser que el suavisante,
o se rompió la tapa, o alguien destapó para oler su fragancia y va tirándose por
todo el pasillo.
¡Trágame tierra! Mugre carrito, (conste que le digo carrito todavía) agarré el jabón y el suavitel y lo dejé discretamente a un lado.
Le dije: -gracias comadre, saludos a los niños y al compadre, ¡nos vemos!-. Seguí rápidamente, queriendo llegar a la caja, para pagar y retirarme, pues como ya dije "dejé los frijoles en la lumbre". En mi retirada, escogí un pasillo que estaba libre, pero como de costumbre, se atraviesa una de esas señoras que abarcaba medio pasillo con el carrito atravesado.
En la torre, ni modo de tratar de pasar, pues era imposible, me doy vuelta y allá a final del inmenso pasillo, ya estaba el clásico acomodador de mercancía, con su tiradero de cajas (parecía que venía atrás de mí), pero ni modo, por aquí si puedo pasar. Pero no contaba, que a mi carrito le volvió lo bronco, con un frijol que agarró la llanta un rechinadero y tumbadero de cosas que hice, pero logré salir.
Llegué a la caja, descargué mi mandado y pasé el carrito, para que el acomodador pusiera la mercancía, una vez esté pagada. Como es de esperar, el señor acomodó a su entender la mercancía en bolsas (toda revuelta). Pero ya no quería entretenerme, quería ir a ver mis frijoles. Salí como pude empujando el carro rebelde (ya me estoy enojando) y después de pasar por varios baches, llegué a mi carro. Detrás de mí, llega una persona y dice -¿ le ayudo a acomodar su mercancía? y pensé, "móndrigo" porqué no te ofreciste para manejar el "inche" carro, si viste como venía batallando entre tanto bache. Logré por fin, subir mi mercancía con las manos temblorosas, los dientes rechinando por las vibraciones del "inche" "uto" carrito y con las muñecas adoloridas.
Pensé, seria bueno tener un manual de buen manejo de carritos de mercado. Pero son cosas, como muchas en la vida, que uno las tiene que aprender con la experiencia, por eso quiero sugerir algunas recomendaciones.
¡Trágame tierra! Mugre carrito, (conste que le digo carrito todavía) agarré el jabón y el suavitel y lo dejé discretamente a un lado.
Le dije: -gracias comadre, saludos a los niños y al compadre, ¡nos vemos!-. Seguí rápidamente, queriendo llegar a la caja, para pagar y retirarme, pues como ya dije "dejé los frijoles en la lumbre". En mi retirada, escogí un pasillo que estaba libre, pero como de costumbre, se atraviesa una de esas señoras que abarcaba medio pasillo con el carrito atravesado.
En la torre, ni modo de tratar de pasar, pues era imposible, me doy vuelta y allá a final del inmenso pasillo, ya estaba el clásico acomodador de mercancía, con su tiradero de cajas (parecía que venía atrás de mí), pero ni modo, por aquí si puedo pasar. Pero no contaba, que a mi carrito le volvió lo bronco, con un frijol que agarró la llanta un rechinadero y tumbadero de cosas que hice, pero logré salir.
Llegué a la caja, descargué mi mandado y pasé el carrito, para que el acomodador pusiera la mercancía, una vez esté pagada. Como es de esperar, el señor acomodó a su entender la mercancía en bolsas (toda revuelta). Pero ya no quería entretenerme, quería ir a ver mis frijoles. Salí como pude empujando el carro rebelde (ya me estoy enojando) y después de pasar por varios baches, llegué a mi carro. Detrás de mí, llega una persona y dice -¿ le ayudo a acomodar su mercancía? y pensé, "móndrigo" porqué no te ofreciste para manejar el "inche" carro, si viste como venía batallando entre tanto bache. Logré por fin, subir mi mercancía con las manos temblorosas, los dientes rechinando por las vibraciones del "inche" "uto" carrito y con las muñecas adoloridas.
Pensé, seria bueno tener un manual de buen manejo de carritos de mercado. Pero son cosas, como muchas en la vida, que uno las tiene que aprender con la experiencia, por eso quiero sugerir algunas recomendaciones.
1.- Revisar el estacionamiento
del mercado, que sea liso y no tenga baches.
2.- Agarrar un carrito de
preferencia que esté solo, no trepado como trenecito
3.- Revisar que ruede
correctamente y gire con facilidad (como si lo fueras a comprar)
4.- Que este completo y no con
partes vencidas o rotas.
5.- Que esté limpio.
6.- Decirle a uno de los
acomodadores del estacionamiento que lleven el carrito hasta el carro, de todos
modos, siempre se les da unas monedas.
Espero que estos consejos les
sirvan para su próxima ida al mercado. Suerte.
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HASTA LA PRÓXIMA
LA PATRUZKI
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