viernes, 27 de febrero de 2015

UN DIA EN LA PLAYA




Un día, fuimos de campamento a la playa, con unos compadres y unos amigos que venían de Estados Unidos.
Llevábamos todo lo necesario, la comida,  una casita de campaña, (de ésas de militar de color verde, que son bien pesadotas, y que se arman con tubos metálicos), la parrilla para cocinar con leña, las cazuelas más viejas, las cañas de pescar con sus curricanes. Y todas las demás chácharas que se ocupan para un campamento
A  mis hijos, un niño de 5 años, y una niña de 4, les traía unos juguetes, un camión de volteo y los clásicos  baldecitos con su palita, para jugar en la arena.
¡No ocupaban más, para divertirse en la playa!
Después de 7 horas de camino, ¡Por fin!, llegamos a la playa. Eran como  las 4 de la tarde, buen tiempo para prepararnos para la noche.
Era una tarde cálida y el mar estaba cristalino, los niños se bajaron felices a corretear por la playa.
Mi esposo y yo, acordamos ir primero a juntar leña, para cocinar y para la clásica fogata de la noche. Le dije a mi comadre que me cuidara a los niños.
Nos fuimos, y no tardamos mucho, porque había mucha leña por las veredas y pronto llenamos la caja de la camioneta.
Cuando regresamos, ¡Ándale! …. ¡No manches! … (Como dirían mis hijos)
Juan y Rosa  (Que así se llamaban nuestros amigos de Estados Unidos).
Ya tenían una carpa instalada, 3 mesas largas, una estufa de gas, cazuelas nuevas. Y una mesa repleta de comida, latas de frijoles, de elote, atunes, de chiles, cátsup, mostaza, mayonesa, sopas instantáneas, ¡Bueno!, ya ni para que les digo, ¡Parecía que se habían traído todo el mercado!
-Y me dije- Total, me adapto, no soy tan difícil (Así, no sacaría mis cazuelas viejas)
Los niños estaban felices jugando en la playa, mi niño, con su camioncito llenándolo de arena, y mi niña, juntando caracolitos en su cubeta, cantando y bailando, en compañía de la niña de mi comadre. Los niños de Juan y Rosa, bajaban de su camioneta, cajas nuevas de “ transformers “,que eran los juguetes de moda en los años 80s.
Mi hijo, los miró y frunció el ceño, pero no dijo nada. Y siguió jugando con su camioncito, mirando de reojo a los niños.
Miré hacia un cerrito cercano y Juan ya estaba instalando un baño portátil, con paredes de plástico, que lo armó de volada (Pensé-, Bueno, creo que ya no tendremos que ir al baño atrás de los arbolitos-).
Las mujeres, nos pusimos a preparar la cena en “nuestra maravillosa cocina”
Mientras, los niños de Juan y Rosa, bajaban y bajaban “transformers” de su camioneta. Mi hijo, seriecito, pero con una cara de enojo, -pensó- ¡Méndigos!
En eso, le grito a mi marido, (desde mi maravillosa cocina)
-¡Gordo! dile a tu compadre que te ayude a poner la casita de campaña-, y muy obedientes se fueron a cumplir mis órdenes, ¡Ja ja!
Al rato, nomás oíamos pujidos y resoplidos, ¡Ándale compa, jálele ahí, agárrelo!, -Pos eso estoy haciendo- (contestaba mi compadrito), ¡Ándele ponga el travesaño de en medio pa´ que no se caiga la casita!
Después de casi 2 horas de jalones y pujidos, terminaron de armar la casita. Y con la lengua de fuera, bien asoleadotes se fueron a tomar unas merecidas cheves.
Mientras, Juan sacó otra caja de su camioneta, era su casita de campaña, (la verdad, no sé donde traían tantas cosas).
La abre, extiende la casita, saca unas varitas de plástico bien livianitos como del grosor de un dedo, que al extenderlos se arman solitos, ¡y en tres patadas quedo armada la “casita”!
¡ÓRALE! ……. Era una casota, con dos recamaras grandes, una estancia de malla al frente, como de 2x2 metros.
¡ERA UNA MANSION!
Mi hijo, que era seriecito pero no "nenejo", notó la diferencia y con paso pausado, le dio la vuelta a la casa, (Ya para ese entonces no lo calentaba ni el sol). Pero era muy orgullosito y miraba tirados aquí y allá, los juguetes de los “transformers”. Pero él, no soltaba su camioncito
Más tarde,  mi marido puso piedras en círculo, para poner la fogata.
Ya que estaba prendida, todos nos acomodamos alrededor a echar la platicada. Con unas varitas largas, nos pusimos a asar bombones y salchichas.
De repente, los niños de Juan y Rosa  gritaban emocionadísimos
-¡Papi! ¡Papi! Es un ratón, es un ratón-
Todos volteamos, y vimos unos ratoncitos al pie del cerrito, cerca de donde estaba el bañito portátil,
Pa´ pronto, Juan tomó un balde, corrió a su camioneta, y como si fuera "mago", sacó un "atrapa mariposas".
 Fue hacia donde estaban los niños, agarró a dos ratoncitos, los metió al balde
 Y los trajo cerca de la fogata.
Sus niños felices, gritaban y saltaban como chapulines.
En eso, mi hijo que ya estaba harto, se acerca lentamente con las manitas en los bolsillos, se asomó al balde y con aire de... "Ándale" ¡ya me los fregué!
- dijo inocentemente-
¡Hum! En mi casa tengo muchos de ésos.

           

 ¡TRAGAME TIERRA!






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